Si no aprendemos a manejar, disminuir y eliminar la angustia, acabamos
siendo controlados por ella. La ansiedad o angustia, puede deteriorar todas las
áreas de nuestra vida.
La angustia y los pensamientos.
La ansiedad o angustia, está provocada, mantenida y aumentada, por nuestras
preocupaciones (pensamientos).
Mientras mantengamos dichos pensamientos, la ansiedad seguirá siendo parte de nuestra vida.
Los pensamientos son una herramienta necesaria para:
Mientras mantengamos dichos pensamientos, la ansiedad seguirá siendo parte de nuestra vida.
Los pensamientos son una herramienta necesaria para:
1. Organizar nuestras
ideas,
2. analizar las situaciones
y
3. sacar conclusiones que
nos ayuden a mejorar nuestra calidad de vida.
Pero este análisis, las conclusiones que resultan y las emociones que éstas
provocan, pueden ser correctas o incorrectas, verdaderas o falsas, dependiendo
de nuestro estilo de pensamiento.
Cuando dichas conclusiones son falsas o incorrectas, nos provocan emociones negativas o desproporcionadas, que nos hacen sufrir inútilmente.
Para modificar nuestras emociones negativas, necesitamos cambiar los pensamientos falsos o equivocados, que las causan o las mantienen.
En este sentido, uno de los principales problemas, es que con frecuencia ni siquiera estamos conscientes de dichos pensamientos, porque:
Cuando dichas conclusiones son falsas o incorrectas, nos provocan emociones negativas o desproporcionadas, que nos hacen sufrir inútilmente.
Para modificar nuestras emociones negativas, necesitamos cambiar los pensamientos falsos o equivocados, que las causan o las mantienen.
En este sentido, uno de los principales problemas, es que con frecuencia ni siquiera estamos conscientes de dichos pensamientos, porque:
·
No los expresamos completos y con claridad.
Una simple expresión como "¡oh no!" puede tener toda una serie de mensajes negativos encubiertos.
Una simple expresión como "¡oh no!" puede tener toda una serie de mensajes negativos encubiertos.
·
Una gran parte de ellos se da de forma automática y a tal velocidad, que
pasan desapercibidos para nosotros.
Sin embargo, nos demos cuenta o no, una parte de nuestra mente
"habla" o piensa y la otra escucha y se lo cree.
Por eso es importante reconocerlos y trabajar en ellos.
Por eso es importante reconocerlos y trabajar en ellos.
Técnicas para manejar la angustia.
Con frecuencia nos es difícil trabajar para cambiar un hábito de conducta o
de pensamiento.
O pensamos que nos sentimos tan mal que no podemos hacer el esfuerzo necesario.
Esto puede ser cierto, pero recuerda que es mejor esforzarse un poco más, durante un tiempo, para estar mejor el resto de nuestras vidas, que buscar la "comodidad" momentánea y sufrir durante más tiempo y a la larga, con mayor intensidad.
Algunas de las técnicas para trabajar con los pensamientos que nos angustian son:
O pensamos que nos sentimos tan mal que no podemos hacer el esfuerzo necesario.
Esto puede ser cierto, pero recuerda que es mejor esforzarse un poco más, durante un tiempo, para estar mejor el resto de nuestras vidas, que buscar la "comodidad" momentánea y sufrir durante más tiempo y a la larga, con mayor intensidad.
Algunas de las técnicas para trabajar con los pensamientos que nos angustian son:
1. Reconocer y aceptar nuestra ansiedad o
angustia.
2. Detectar los pensamientos que nos provocan
dicha angustia.
3. Analizar su veracidad, cuestionándonos honestamente, qué
tan real y objetivo es lo que estamos pensando.
4. Detener esos
pensamientos.
5. Distraernos haciendo
algo que nos gusta y/o pensar en otra cosa.
6. Cambiar el locus de
control.
7. Respirar.
8. Relajarse.
9. Hacer ejercicio.
10. Aprender y darse permiso
para reírse y divertirse.
Si nuestros pensamientos provocan nuestra ansiedad, es importante trabajar
sobre ellos.
El problema es que, con frecuencia, no podemos dejar de pensar en ciertas cosas, aunque nos angustien o nos estén haciendo sufrir.
Haz el siguiente ejercicio:
Piensa en los números pares que hay del 1 al 10 y repítelos 3 veces.
Ahora, deja de pensar en dichos números.
Por ningún motivo permitas que regresen a tu pensamiento.
¿Puedes hacerlo?
Seguramente no.
Lo mismo sucede cuando no podemos dejar de pensar en algo que nos angustia.
Mientras más nos esforzamos en olvidar dichos pensamientos, más presentes se hacen.
Si tratamos de pensar en otra cosa, que no es importante, el pensamiento que nos angustia regresa una y otra vez, porque nuestro cerebro le da prioridad a lo que considera más importante.
Por eso el primer paso es analizar lo que está sucediendo y darle a cada situación o persona, su valor e importancia real.
Por ejemplo:
Si creemos que alguién se va a enojar con nosotros o que nos van a criticar, generalmente nos angustiamos.
Mientras más angustiados estamos, más pensamos en las consecuencias negativas, más las exageramos y con ello, incrementamos nuestra angustia.
Así, podemos pasar horas y horas, pensando qué decir, cómo hacerlo y qué hacer si se enoja o cómo evitar la crítica.
Y mientras, nuestra angustia sigue creciendo.
Nos angustiamos como si fuera a suceder algo terrible.
Pero, ¿qué tan terrible, realmente puede llegar a ser?
¿Se va a terminar, definitivamente, la relación?
¿Nos va a golpear?
¿Vamos a quedarnos solos y no vamos a poder ser felices nunca más?
Probablemente nada de esto suceda.
Si nos damos cuenta de que estamos exagerando las consecuencias y que éstas pueden ser desagradables, pero no terribles, la importancia que le damos al hecho disminuye y con ello podemos:
El problema es que, con frecuencia, no podemos dejar de pensar en ciertas cosas, aunque nos angustien o nos estén haciendo sufrir.
Haz el siguiente ejercicio:
Piensa en los números pares que hay del 1 al 10 y repítelos 3 veces.
Ahora, deja de pensar en dichos números.
Por ningún motivo permitas que regresen a tu pensamiento.
¿Puedes hacerlo?
Seguramente no.
Lo mismo sucede cuando no podemos dejar de pensar en algo que nos angustia.
Mientras más nos esforzamos en olvidar dichos pensamientos, más presentes se hacen.
Si tratamos de pensar en otra cosa, que no es importante, el pensamiento que nos angustia regresa una y otra vez, porque nuestro cerebro le da prioridad a lo que considera más importante.
Por eso el primer paso es analizar lo que está sucediendo y darle a cada situación o persona, su valor e importancia real.
Por ejemplo:
Si creemos que alguién se va a enojar con nosotros o que nos van a criticar, generalmente nos angustiamos.
Mientras más angustiados estamos, más pensamos en las consecuencias negativas, más las exageramos y con ello, incrementamos nuestra angustia.
Así, podemos pasar horas y horas, pensando qué decir, cómo hacerlo y qué hacer si se enoja o cómo evitar la crítica.
Y mientras, nuestra angustia sigue creciendo.
Nos angustiamos como si fuera a suceder algo terrible.
Pero, ¿qué tan terrible, realmente puede llegar a ser?
¿Se va a terminar, definitivamente, la relación?
¿Nos va a golpear?
¿Vamos a quedarnos solos y no vamos a poder ser felices nunca más?
Probablemente nada de esto suceda.
Si nos damos cuenta de que estamos exagerando las consecuencias y que éstas pueden ser desagradables, pero no terribles, la importancia que le damos al hecho disminuye y con ello podemos:
1. Disminuir nuestro nivel
de angustia,
2. pensar en otras cosas para
distraernos y no incrementar, con nuestros pensamientos negativos, nuestra
ansiedad
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