martes, 26 de agosto de 2014

La emblematica Abadia del Monte Sant Michel







El Monte Saint-Michel, erigido sobre un islote de granito situado en el centro de una inmensa bahía bañada por las mayores mareas de Europa, desafía al paso de los siglos y se ha convertido en un lugar emblemático de la historia.

Las mareas de la bahía del Monte Saint-Michel impresionan y no sin motivo: con una amplitud de cerca de trece metros los días de mayor coeficiente, el mar se retira a gran velocidad en una decena de kilómetros pero regresa con la misma velocidad.  A día de hoy, el Monte Saint-Michel sólo queda rodeado por las aguas en las grandes mareas de equinoccio, es decir, cincuenta y tres días cada año, tan solo durante unas horas.
En la ladera sur del peñasco, protegido por unas murallas erigidas entre los siglos XII y XV, el pueblo cuenta con gran número de edificios clasificados como monumentos históricos, pequeños museos locales y comercios turísticos. Los visitantes pueden seguir el adarve, salpicado de pequeños jardines protegidos y admirar desde ahí las magníficas vistas del litoral. Además, no deben olvidar las especialidades locales como el cordero pre-salado o la tortilla de la Mêre Poulard, que abrió su albergue en 1888.













La abadía

A petición del arcángel Miguel, «jefe de los ejércitos de Dios», Aubert, obispo de Avranches, construyó una iglesia que dedicó al arcángel el 16 de octubre de 709. En el año 966, por solicitud del duque de Normandía, se instaló en la isla una comunidad de benedictinos. Antes del año 1000 se erigió la iglesia pre-románica. En el siglo XI, se construyó la abadía románica sobre un conjunto de criptas, en la cima del peñasco al tiempo que los primeros edificios conventuales conquistaban la pared norte. En el siglo XII, los edificios conventuales románicos se expandieron en el oeste y en el sur. Posteriormente, en el siglo XIII, el rey Felipe Augusto, tras conquistar Normandía, dio una buena cantidad de dinero que permitió levantar el conjunto gótico del Monte Saint-Michel, la «Maravilla»: dos edificios de tres pisos coronados por el claustro y el refectorio, donde residían los monjes. En los siglos XIV y XV, la guerra de los Cien años hizo necesaria la protección de la abadía mediante un conjunto de construcciones militares que le permitieron resistir a un sitio que duró más de treinta años. El coro románico de la abadía se desplomó en 1421 y fue remplazado por un coro gótico flamígero a finales de la Edad Media. La abadía benedictina, experimentó modificaciones continuas hasta el siglo XVIII, lo que le permite materializar a la perfección los estilos carolingio, románico, gótico flamígero y clásico. Durante la Revolución francesa y el Imperio napoleónico, este conjunto arquitectónico fue utilizado como prisión. Pero, desde su clasificación como monumento histórico, fue objeto de una política de restauración continua. Desde 1897, en la cúspide de la iglesia, una estatua de bronce dorado, que representa al santo epónimo venciendo al dragón, se alza a 170 metros por encima del mar. Es obra de un escultor francés, Emmanuel Fremiet, añadida durante las primeras obras importantes de restauración de finales del siglo XIX.






















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