La ansiedad es, en muchas circunstancias, una
respuesta normal que se produce cuando una persona percibe una posible amenaza.
Su función es protegernos de dicha amenaza, haciendo que evitemos la situación, salgamos corriendo o luchemos.
Si a esto le unimos nuestro propio pensamiento y una
tendencia a exagerar la importancia de ciertos acontecimientos, entonces no
resulta nada extraño que los trastornos de ansiedad sean tan comunes.
Cuando una persona siente ansiedad, lo que más destaca
de dicha experiencia es esa sensación de intenso malestar (miedo, terror,
angustia) y los síntomas fisiológicos que está experimentando. Por este motivo,
se le suele dar una mayor importancia a estos síntomas y no se tiene muy en
cuenta el pensamiento. Sin embargo, el pensamiento
juega un papel central en la aparición de la ansiedad. Aunque la gente no suele
tener muy en cuenta su pensamiento y en muchos casos ni siquiera es consciente
de lo que pasa por su mente, cuando les preguntamos, vemos que su cabeza está
llena de imágenes y pensamientos amenazadores.
La ansiedad también puede estar
desencadenada por motivos internos. Por ejemplo, recuerdos, pensamientos,
preocupaciones, miedo al futuro, miedo a que te pase algo malo, a tener un
accidente, a ser abandonado. Es decir, la lista de motivos por los que una
persona puede sentir ansiedad es interminable.
Síntomas
El síntoma principal es la incapacidad para relajarse. La
persona se siente tensa, asustada, se sobresalta por cualquier cosa, se siente
inestable y débil. Puede sentir síntomas físicos de ansiedad, como manos
sudorosas, palpitaciones, sensación de falta de aire, deseo urgente de orinar,
náuseas, diarrea, o sensación de mareo o de estar a punto de desmayarse (aunque
solo un 3,4% llega a desmayarse realmente).
A nivel cognitivo, el síntoma más común consiste en
los problemas de concentración que experimentan, así como la incapacidad para
controlar su pensamiento, la confusión o la incapacidad para recordar cosas
importantes.
También es común que se den diversos miedos, como
miedo a perder el control, miedo a ser rechazados, miedo a ser atacado o miedo
a morir.
Además,
se producen también dificultades para comunicarse,
de manera que pueden hablar con frases desconectadas o interrumpidas, o bien
bloquearse al hablar y tartamudear.
Ansiedad normal frente a ansiedad
patológica
Si la situación temida que imaginas consiste en
caminar por un alambre a 50 metros de altura, la respuesta de ansiedad parece
perfectamente normal. Si lo intentas, puede que tus piernas se paralicen, que
no puedas avanzar o que te marees. Estos síntomas te obligan a alejarte de
inmediato de una situación potencialmente peligrosa.
Pero esa misma reacción puede aparecer al ver un
inofensivo perro, entrar en el metro , ir al cine .. etc. La respuesta en todas
estas situaciones es la misma: evalúas la situación y la interpretas como amenazante; es decir,
consideras que algo muy malo puede pasarte si sigues adelante. Esta
interpretación puede ser realista o puede no serlo. Cuando no es realista, sino
exagerada y te impide conseguir cosas que deseas y que son positivas para ti,
entonces estamos ante la presencia de un trastorno de ansiedad que puede
tratarse eficazmente mediante una psicoterapia
cognitiva o cognitivo-conductual.
Así
pues, en los trastornos de ansiedad no existe un peligro real, sino una
interpretación exagerada o errónea de una situación determinada y del peligro
que planeta. Por tanto, la respuesta de ansiedad es inapropiada y, en vez de
protegerte de un peligro real, te impide actuar de un modo eficaz.
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